viernes, 13 de mayo de 2011


DECRECIMIENTO UNA FILOSOFIA PRÁCTICA DE VIDA.


El decrecimiento sostenible es una filosofía práctica de vida. Se encuentra en consonancia con movimientos de consumo responsable, de vida lenta, de comida lenta, de gasto mínimo, etc. No puede ser impuesto desde cambios en la producción ni mediante legislaciones. Debe ser voluntaria y libremente asumido por los agentes individuales, como vaticina la teoría (que no la práctica) del mercado y de la democracia. Por ello, el campo de batalla directo no son los pasillos, ni las movilizaciones, ni la acción lobby, sino la mente del consumidor:

El consumidor moderno es físicamente pasivo, pero mentalmente muy activo. El consumo es más que nunca una experiencia que tiene lugar en la cabeza, un asunto del cerebro y de la mente, en lugar de un simple proceso dirigido a satisfacer necesidades biológicas corporales”. La mente es el lugar donde campea el marketing comercial y el político. Es donde se construyen necesidades y deseos que sólo el crecimiento insostenible es capaz de saciar, aunque sea una satisfacción fugaz


El decrecimiento, lo definen como una “revolución cultural que lleva una refundación de la política” lo cual implica “pasar de consumidores esclavos a ciudadanos responsables”. Con este criterio, es lógico que la gran mayoría de las propuestas para decrecer sean pautas de conducta individuales: sobriedad, austeridad, no consumo, reevaluar (revisar los valores), re conceptualizar términos como riqueza y pobreza, reestructurar, relocalizar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar. Más que acabar con el capitalismo, la propuesta de la mayor parte de los decrecentistas es construir una realidad paralela, con menos trabajo, más local y autosuficiente, en la que de forma voluntaria debemos “autolimitarnos con un modelo de vida más austero”.
Entre quienes apoyan el decrecimiento hay corrientes muy variadas. Para unos se trata de regresar a economías de subsistencia, sin lavadoras, ni neveras, ni coches, cultivando uno mismo su huerto y atendiendo sus necesidades básicas, pero sin llegar a ese extremo, la tendencia a la autarquía económica es recurrente en casi todas. como un medio de regresar a la tierra, reducir el gasto energético del transporte. Con el objetivo, una tendencia paulatina hacia la autosuficiencia desde lo local.

PAISES AFECTADOS

Existe una consecuencia de graves repercusiones  sobre la sostenibilidad de nuestro planeta en este sistema de “comprar, tirar y comprar”: la generación y gestión de residuos. En efecto, la obsolescencia programada estimula la producción y consumo descontrolados, de manera que, en medio del frenesí tecnológico, nuestros equipos obsoletos pasan a engrosar los vertederos a un ritmo cada vez más acelerado. Hoy en día, existen ya vertederos internacionales en países como China, Nigeria, India o Ghana pues son países del Sur los que acaban por albergar los residuos electrónicos del Norte. Estamos hablando de cifras cercanas a los 40 millones de toneladas de residuos en 2010 sin ningún tipo de control ni tratamiento para su correcta eliminación.

Según el Convenio de Basilea se prohíbe la utilización de estos países como vertederos, los países desarrollados utilizan la excusa del reciclaje, etiquetando estos productos obsoletos, como productos reutilizables, cosa que es mentira, puesto que llegan inutilizables y son desechados en montañas de basura electrónica, cauces de rios de desechos digitales.
Ya no hablamos solo del impacto visual y ambiental en los vertederos, también existe un riesgo de salud para los habitantes de estos, ya que en muchas ocasiones tanto niños como adultos que viven de la basura electrónica, queman estos productos para extraer el hierro del interior y poder venderlo, y estos materiales que queman contienen productos químicos de altos niveles tóxicos y muy perjudiciales para la salud
Al quemar estos materiales los gases toxicos que producen pueden derivar en infinidad de problemas de salud: Erupciones cutáneas, problemas respiratorios, daños al sistema nervioso, riñones y un largo etc de consecuencias fatales para el hombre, no hablemos de los niños.
El aumento del consumo indiscriminado de materias primas y la generación de residuos es exponencial, pensando en aumentos del 400 y 500 por ciento en 2020. El planteamiento de una sociedad y un consumo sostenible sigue siendo tema tabú debido a la excusa de los partidarios de la obsolescencia programada, que mantienen la idea de que crear un producto duradero provocaría el cierre de empresas y el aumento del paro, es decir el mundo se acabaría, pero los detractores de este sistema opinan que si mantenemos estos crecimientos de residuos y consumo el mundo se acabará mucho antes.

PRIMER ESCRITOR DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA.

Luego de la crisis de Estados Unidos, Bernard London un prominente inversor inmobiliario es el primero en escribir oficialmente acerca de la obsolescencia programada, el escribió un libro titulado THE NEW PROSPERITY,  donde en sus paginas encontrábamos la idea principal de Bernard, que tenia una idea para poner fin a la depresión, la idea de  London es que todos los artículos tuvieran fecha de caducidad, después de la cual se consideraría muertos y los consumidores se verían en la obligación de entregárselos a auna agencia del gobierno para su destrucción. La idea es convertir el capital de trabajo de tal manera que obtengan una recompensa.
Creando así la obsolescencia programada todas las empresas empezaran a  producir mas, por lo que la gente también consume más y todos obtendrán trabajo.

PRIMER VICTIMA DE LA OBSOLESCENCIA

La bombilla cuya imagen es símbolo de la innovación e inteligencia se convirtió, paradójicamente, en la primera víctima de la obsolescencia programada. Un día de Navidad de 1924 se creó, en Ginebra, el primer cartel de fabricantes de bombillas, Phoebus, cuyo objetivo era controlar el tiempo que duraba encendida la bombilla.
Si en 1881 Edison puso a la venta su primera bombilla con el objetivo de que durara mucho tiempo, cuarenta años más tarde la industria creó el Comité de las 1.000 horas, donde estaban representadas numerosas empresas, como por ejemplo la holandesa Philips o la española Teka, para que técnicamente ninguna bombilla superara esta duración, años mas tarde un historiador encuentra pruebas de la existencia de este cartel que aunque siempre existió  todos sus movimientos para promover la obsolescencia programada fueron en la clandestinidad puesto que cobraban multas a las empresas que superaran la duración estándar establecida por ellos de 1000 horas de vida  para una bombilla.
En un parque de bomberos de Livermore (California) descubrieron hace décadas la bombilla más antigua del mundo: funciona desde 1901 y nunca ha dejado de dar luz. Cuando cumplió 100 años miles de curiosos se acercaron a Livermore a celebrarlo.

HISTORIA DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA


Este concepto tiene su origen en la revolución industrial y la producción en serie. Al principio la industria generaba productos de forma masiva a precios asequibles y accesibles para los consumidores. Fue desarrollada por primera vez en la década de 1920 cuando un grupo de empresarios se dieron cuenta de que cuanto más duraban sus productos, menos dinero ganaban ellos.
Cuando Thomas Edison inventó la bombilla, la filosofía de los fabricantes era crear productos con una larga vida útil.
No tardó en llegar el temor de éstos que se planteaban qué pasaría sin el algún momento la necesidad de los consumidores dejara de existir y no compraran sus productos.
Los fabricantes decidieron agruparse y formar cárteles para acortar la vida de los productos y aumentar las ventas. En ese momento ingenieros y diseñadores recibieron un nuevo cometido: hacer productos frágiles, confeccionados para tener un ciclo de vida muy por debajo de sus posibilidades.

 Pronto pensaron la fórmula para asegurar las ventas y promover el consumo incesante de sus  productos, acortar la vida útil de éstos de manera programada. En 1924 se constituyó el primer cártel mundial para el control de la fabricación de bombillas, presionaban a los fabricantes para controlar las horas de duración de éstas. Si en 1881 la primera bombilla de la historia tenía una duración de 1500 horas, en 1924 los fabricantes presionados hacían esfuerzos por limitar su duración a 1000 horas.

Las fechas más relevantes y que llevaron a lo que conocemos hoy en día como Obsolescencia son:
En 1932 la sostenibilidad no se veía como un problema debido a que se no se veía los recursos como finitos.
En 1928 los artículos que no se desgastan son vistos como una tragedia para la economía.
En 1929 entra en crisis Wall street.
Tras el crack del 29, se pensó en hacer la obsolescencia programada obligatoria como una de las medidas para reactivar la economía. Los productos debían tener una fecha de caducidad determinada.

1933: el empleo baja en un 25% filas para buscar empleo,  Proponen reactivación de la economía con la obsolescencia programada.
1950: Fue en los años 50 cuando esta idea de la obsolescencia programada experimentó una vuelta de tuerca, se tornó en la idea de seducir a la gente al consumo, generar deseo de poseer cosas nuevas. La publicidad tuvo un papel vital en ello y lo sigue teniendo, nuestro sistema capitalista actual está basado en esa premisa, generar un deseo constantemente insatisfecho.
De esta idea de seducción surgieron las modas, otra forma de hacer obsoletos los productos que consumimos, compramos porque se lleva, porque está de moda, porque este modelo es más moderno, es mejor. Llevándonos a lo que conocemos actualmente.

QUE ES LA OBSOLESENCIA PROGRAMADA

Se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio. La obsolescencia programada tiene un potencial considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia programada.
Para la industria, la obsolescencia programada estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar de forma artificialmente acelerada nuevos productos si desean seguir utilizándolos. La obsolescencia programada se utiliza en una alta diversidad de productos. Existe el riesgo de una reacción adversa por parte de los consumidores al descubrir que el fabricante invirtió en diseñar que su producto se volviese obsoleto más rápidamente, haciendo que sus consumidores cambien a la competencia, basando su elección en la durabilidad y calidad del producto.
La obsolescencia programada fue desarrollada por primera vez entre 1920 y 1930, momento en el que la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada parte del mismo pasa a ser un factor fundamental para lograr su éxito.